En la desesperada angustia
de quien viene,
y llega a nuestras ciudades,
cerca de nuestros hogares,
nuestros miedos
y odios disimulados . . .
contra los desgraciados
que se atreven
a soñar un mundo mejor,
un mundo televisado
de colores
y futuro
halagüeño . . .
¡infelices!.
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